Por Germán C. Garavano, Héctor M. Chayer, Carlos A. Cambellotti y Milena Ricci
Publicado en El Derecho, 3 de septiembre de 1999, Año XXXVII, Nº 9828.
La crisis crónica que viene padeciendo la justicia argentina mantiene vigente el tema de la reforma judicial, introducido ahora en la agenda pública desde una perspectiva auspiciosa. Años de reformas parciales han mostrado su fracaso, desarticulando la ya obsoleta distribución del trabajo judicial1 . Se está imponiendo, con fuerza, la idea de que sólo una reforma integral del sistema podrá solucionar los males endémicos que la aquejan. Existe además un cierto consenso en los objetivos de la reforma judicial: básicamente, se busca una mayor eficiencia del sistema, seguido por la búsqueda de celeridad y descongestión. 2 En este marco por primera vez se cuenta con un Plan Nacional de Reforma Judicial3 producido desde el Ministerio de Justicia de la Nación que pretende marcar el camino para la solución de los diversos problemas que afectan a la justicia de un modo integral y postula como sus objetivos lograr una mayor inmediatez, eficiencia, calidad, y acceso a la justicia.